El título de esta entrada es el título de la conferencia a la que tuve la suerte de poder asistir ayer. La escritora Carmen Gil Martínez nos cautivó con una charla amena, fresca y divertida donde nos sedujo con sus trucos para fomentar la lectura entre los más pequeños, con pequeñas anécdotas de su vida como escritora y como maestra y en la que nos ofreció su visión sobre el panorama actual de la literatura infantil.
La idea que con más fuerza nos quiso dejar patente Carmen Gil fue que el lector infantil es un niño, NO es tonto, NO quiere ni necesita burbujas literarias donde no pase nada malo y todos los personajes sean buenos. Los niños, al igual que los adultos, necesitan proyectarse en los libros que leen o les leemos, quieren conocer personajes malos, ver los asuntos que han de resolver los protagonistas de sus historias, quieren ver su mundo reflejado en sus libros aunque los personajes estén rodeados de magia e ilusiones. Parece que en los últimos tiempos los padres y educadores tenemos una tendencia a la Valoritis, a que todos los libros y cuentos transmitan valores de igualdad, respeto, que sean ejemplos de perfección. Y aunque eso está bien, de hecho, es estupendo, también debemos motivar a los niños con lecturas simplemente divertidas, entretenidas, donde las princesas son cursis y los caballeros machistas. También de esto se puede conseguir educar en valores si después del cuento, nos molestamos en dialogar con nuestros pequeños si le parece bien o mal la ocupación, las aspiraciones o los actos de los personajes de la historia. Si dialogamos con ellos, conseguiremos que todos los libros sean educativos, además de unir más profundamente los lazos que se crean entre el narrador y el oyente del relato. Este punto me hizo recapacitar de vuelta a casa, y creo que debo quitarme el sombrero y dar la razón a Carmen: a veces pensamos tanto en educar a niños respetuosos, empáticos, solidarios, que nos olvidamos que para eso, primero han de ser niños que se divierten. De todas maneras, como recomendación en este punto de libros infantiles con valores, nos recomendó los albumes ilustrados para la educación en la No-Violencia de Beatriz Hoster Cabo.
En cuanto al nivel literario de los niños, nos aconsejaba siguiendo el hilo de son niños, no son tontos, que no usemos diminutivos ni simplifiquemos el vocabulario. Que les demos acceso con las historias a subir un escalón más en cuanto adquisición de vocabulario, pronunciaciones, significados.. Al terminar la historia, si hay palabras que no han entendido demosles la libertad de preguntar y explicar los significados. Cuanta más diversidad de palabras escuchen más capacidad de lenguaje tendrán en el futuro. Además, no debemos preocuparnos si son demasiado pequeños y no entenderán parte del relato, ya que muchas veces lo importante es la musicalidad de las palabras, la empatía que se forma con el personaje en el que se identifican, el afecto que desarrollan al sentirse queridos y atendidos por quienes les está dedicando un rato a transportarles a un mundo de fantasía con una historia.
Entre los consejos que nos dió para contar cuentos el primero y puede que más importante es que para que el niño se divierta, nos tenemos que divertir nosotros también. Si Caperucita Roja te cae fatal y no puedes con su historia, no se la cuentes a tu retoño porque tu desidia hacia la niña de la capucha le va a transimitir aburrimiento. Hay miles de cuentos, libros e historias para elegir aquellos con los que nos divertimos, a los que guardamos cariño, los que nos hacen disfrutar. Esos son los que debemos contar y leer a nuestros niños. Otra clave que nos regaló fue que como ya sabemos, o imaginamos por lo menos, los cuentos e historias hay que dramatizarlas, poniendo voces, haciendo gestos , pero siempre, siempre, siendo nosotros mismos. Si no somos la alegría de la huerta y nos sentimos incómodos haciendo de lobo o de hada ante nuestros hijos, mejor que busquemos otras maneras de dramatizar.
Muchas veces tendemos a leer tal cual los cuentos, los libros, pero nos ganaremos mejor a nuestro público si pasamos de ser simples lectores a narradores de historias. Para ello, debemos encontrar un poco de tiempo y repasar antes el cuento, saber el relato aunque sea por encima y así, poder contarlo a la vez que les enseñamos las ilustraciones, sin leerlo si quiera, improvisando si es necesario. La ventaja de este punto es que a los niños les encanta que les contemos una y otra vez las mismas historias, los mismos cuentos, porque el saber anticipar la historia que están oyendo les da seguridad, así que muchos de los cuentos que contamos ¡seguro que ya nos les sabemos de memoria!.
Para los que son educadores, tienen varios hijos, se atreven a amenizar fiestas y reuniones infantiles, o simplemente, les gusta reunir a hijos, sobrinos, amigos y deleitarles con una buena historia también prodigó algún secreto. Nunca rompas el ritmo del cuento, no te interrumpas aunque los demás lo hagan porque entonces se romperá la atmósfera de magia creada alrededor. Es cierto que puedes encontrarte con que apenas se te oye por diversas conversaciones entre los oyentes, en ese caso, NUNCA subas la voz para hacerte oír, al contrario, habla bajo y despacio para captar la atención del público (aunque sólo sea uno y esté haciendo de todo menos caso a ti). Este es un ejercicio de paciencia, puede que al principio nadie te escuche pero poco a poco, irán bajando sus voces hasta silenciarlas para dejar que la tuya luzca en solitario. Si te encuentras con alborotadores que quieren hacerse los graciosos o están a todo menos a tu historia, lo mejor es que improvises la narración y les incluyas en el cuento, como un personaje más. Este truco decía Carmen que es infalible para acabar con el enemigo y ganarte al resto de espectadores.
Para terminar la charla, nos habló de la poesía. De esa reticencia adulta a leer poesía y a apartarla de la literatura infantil, cuando en realidad, inconscientemente les rodeamos de versos diariamente, con canciones, rimas, estrofas cantadas para que muevan la mano al son de cinco lobitos o para que bailen al ritmo de un cú-cú que canta la rana. Nos pidió que acercáramos la poesía infantil a los niños, ya que ellos, explicaba, disfrutan con el ritmo y la música de las palabras. Para esto y para lo que necesitemos, nos ofreció diversos recursos que podemos encontrar de manera gratuita en la red, como su página Poemitas, donde puedes encontrar canciones, historias, cuentos ilustrados y su apartado Cosicosas, un portal destinado a la poesía infantil.
También nos recomendó la colección Ajonjoli, en la que comentaba que es la mejor recopilación poética infantil pero para aprendernos y narrarla, ya que anda algo escasa de ilustraciones.
Esta charla estaba incluida dentro del Ciclo de Conferencias Deja que te Cuente: Libros e historias para potenciar la creatividad, en la que se han citado autores y personalidades de la literatura infantil y juvenil en el Centro Fundación Botín.
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