Llevo unos días desconectada del 2.0. Entro poco y apenas tengo tiempo de leer blogs, comentar y menos, escribir mis post, pero es lo que tiene apuntarse a mil historias y que además, haga solazo y te encante la playa.
Me hubiera gustado hacer la migración del blog este fin de semana que ha pasado, pero entre unas cosas y otras no tuve tiempo, además, aún dudo si quiero hacerla con una plantilla provisional o esperar a tener el nuevo diseño completo, que he de decirte que ya he visto algo y estoy más que encantada. Durante estos días lo sopesaré a ver por que opción me decido. Pero lo que más tiempo me ha ocupado estos días, lo que más atareada me ha tenido, es el estar concretando las fiestas patronales de mi barrio, y es que aunque parezca moco de pavo, pertenecer a la Comisión de fiestas de un barrio, por modesto que sea, te roba tiempo, y mucho.
Y en esos quehaceres estamos unos cuantos atrevidos y descerebrados que cada año intentamos hacer unas fiestas mejores con un presupuesto escaso pero mucha ilusión. Elaborar un cartel a gusto de todos, con actividades que entretengan a grandes y pequeños. Buscar patrocinadores, lo más difícil (o casi), ya que en estos tiempos lo de pedir dinero está mal visto y lo de donarlo ni te cuento. Encontrar actuaciones asequibles pero de calidad, repartir tareas y organizar la vida de cada uno para saber que durante tres días, de viernes a domingo, tu familia poco va a poder contar contigo ya que cuando no estés detrás de una barra, en un escenario, limpiando, cocinando o inmiscuida en cualquier otra tarea será que estás durmiendo. Por eso estos días no estaré muy activa virtualmente hablando, ya que aunque no lo parezca, porque las fiestas serán a finales de agosto, ahora es la época de más trabajo para nosotros, los locos voluntarios encargados de su organización.
Así contado parece un mal plan. Estar pringao durante semanas siendo parte responsable de un fin de semana donde los demás estarán disfrutando, ser mano de obra gratuita mientras otros te exigen como si cobraras un dineral. Pero en realidad es gratificante. Es agradable juntarte con personas con las que de niña, disfrutaste de esas mismas fiestas gracias a otros atrevidos, y que ahora, con el paso de los años, somos nosotros, aquellos niños de los ochenta y noventa los que ahora las organizamos para los vecinos, nuestros hijos y los de los demás niños del barrio. Porque el público más importante al fin y al cabo son los niños, los más exigentes pero también, los más agradecidos. Por eso estamos haciendo encajes de bolillos con el dinero y nuestras cabezas para conseguirles malabares, cuentacuentos, concursos de disfraces, de Minis Masterchef, sin olvidar los tradicionales juegos como carreras de sacos, pasar huevos de cucharas en las bocas sin romperlos, encontrar monedas escondidas en cubos de harina y cualquier cosa que se nos ocurra o que recordemos con nostalgia.
Así que perdóname si estos días no estoy muy conectada, si no te dejo comentarios en tu blog o si no escribo nada nuevo. Como ves, ando metida en otros berenjenales aunque eso sí, con un hueco en la cabeza ocupado por esta parte de mi vida que sin quererlo, se ha hecho muy importante para mi día a día. Pensando en nuevos proyectos y nuevas ideas para mostrarte en el súper estreno del nuevo hogar que estoy rematando, que espero que te guste y en el que me sigas acompañando.